07 Sep ALIMENTOS QUE CURAN: LA COL
La col pertenece a la familia de las crucíferas y es una de las hortalizas más cultivadas, con numerosas variedades que se distinguen por su aspecto, sabor y utilización. Proceden de formas silvestres propias del área mediterránea y se cultivan desde la antigüedad.
Las múltiples y diferentes manipulaciones genéticas que, sobre todo en los últimos años, se han aplicado en el campo de las hortalizas han contribuido de forma decisiva en la diversificación y mejora de su calidad.
Las coles más utilizadas
El repollo
El repollo es la más popular de las coles. Muchos autores estiman que el repollo es originario de Europa, aunque hay quien defiende su origen asiático. Consumida tempranamente por el hombre, los griegos y romanos otorgaron a esta hortaliza milenaria propiedades medicamentosas. Su consolidación se dio en la Edad Media, cuando ya se pudo almacenar y transportar. Así, el repollo formó parte de la dieta de los marineros, ya que les protegía del escorbuto.
Este tipo de col comprende formas diversas con cabeza esférica y deprimida, mientras que sus hojas son en cambio lisas, brillantes y están muy juntas. Cuanto más dura y compacta es la cabeza, mejor resulta su calidad. Su color varía del blanco al verde y al rojo violáceo. Entre las variedades invernales pueden citarse la blanca y la roja holandesa.
El repollo es muy nutritivo y contiene gran cantidad de sales minerales y vitaminas. Aunque se le considera una verdura modesta pero nutritiva, es muy habitual encontrarlo en toda clase de pucheros y cocidos.
La col lombarda
También pertenece a la misma familia de crucíferas, y su característica diferencial es su atractivo color morado. Igual que el repollo, la col lombarda cruda es rica en vitamina C, pero pierde gran parte de ésta en la cocción. Aunque se puede encontrar durante todo el año, se considera una verdura de invierno.
La berza o col rizada
La berza suele presentar hojas arrugadas y vesiculosas que, al alcanzar su completo desarrollo, se cierran una sobre otra formando la llamada cabeza de forma globosa, cónica o aplanada. Se conocen numerosas variedades, que se distinguen por el grado de rugosidad, por el color de las hojas y por el tamaño de la cabeza. Se aprecia casi exclusivamente en Galicia y Asturias, en cuya gastronomía popular representa un papel relativamente importante. Algunos creen que este tipo de col, que crecía silvestre desde hace milenios, pudo ser la base de la alimentación del hombre prehistórico.
Coles de Bruselas
Probablemente es la variedad de col más apreciada gastronómicamente, por su acentuado y particularísimo sabor. Se trata de una forma atípica de la especie, ya que a diferencia de lo habitual, el tallo se alarga y en la axila de cada hoja aparecen numerosas yemas, que se desarrollan adoptando una insólita forma globosa, con las hojas muy juntas, de un hermoso color verde intenso. Precisamente, estas yemas representan la parte comestible. Las coles de Bruselas se utilizan con frecuencia en menestras o panachés de verduras, cocidas y con un buen aliño de aceite de oliva y vinagre. Rehogadas con bastante ajo son una buena guarnición para acompañar platos de carne.
La coliflor
Esta hortaliza se conoce por sus grandes cabezas inmaduras, blanquísimas, amarillas y a veces violáceas, que se desarrollan en el centro de las hojas de color azulado, muy carnosas y de color más claro. Esta verdura ha sido tradicionalmente apreciada en España por su sabor y su innegable belleza, que la hacen más atractiva.
El brécol
Se distingue de la coliflor por el color de la cabeza, porque la planta y la cabeza tienen un tamaño menor y porque las hojas son de un color verde más intenso. A la hora de comprarlos, es preferible escoger los brécoles que tengan la cabeza pequeña, cerrada y compacta, con tallos firmes de color oscuro. La cabeza no debe ser amarillenta, el tinte violáceo de algunas variedades indica que es fresco. El brécol es una de las verduras más importantes para la prevención del cáncer y contiene fibra soluble a tener en cuenta en casos de colesterol alto. También es una de las mejores fuentes de calcio, sin grandes niveles de proteínas. Los brécoles y las coliflores son más nutritivos que las propias coles, y contienen sales de calcio y fósforo, yodo y azufre, glúcidos y prótidos. Por otra parte, la presencia de derivados sulfurados confieren a estas crucíferas propiedades antimicrobianas, que se deben tener en cuenta en la prevención de varios tipos de cáncer, sobre todo el de colon.
Compuestos fitoquímicos de la col
1. CAROTENOIDES: Antioxidantes, inmunoestimulantes y anticancerígenos.
2. SULFUROS: Antioxidantes, bactericidas, fungicidas, anticancerígenos.
3. FLAVONOIDES: Antioxidantes, inmunoestimulantes, antiinflamatorios, anticoagulantes, bactericidas, fungicidas y anticancerígenos.
4. TERPENOS: anticancerígenos.
5. ÁCIDO FENÓLICO: Antioxidantes y anticancerígenos.
6. GLUCOSINATOS: Bactericidas, fungicidas y anticancerígenos.
Propiedades terapéuticas de las coles
– Desde el punto de vista dietético, son recomendables por su alto contenido en vitamina C, aunque al cocinarlas se pierden gran parte de las vitaminas, que además, se encuentran en las hojas verdes exteriores que solemos eliminar para su preparación.
– Contienen mucho azufre, que les confiere su olor tan característico.
– Sus fibras celulósicas mantienen los niveles de colesterol bajos, porque actúan como emulsionantes.
– Son diuréticas porque son ricas en potasio y pobres en sodio, siendo un buen aliado en casos de ascitis, edemas, etc.
– Constituyen un inmejorable remedio para curar el acné, la seborrea y determinados eritemas cutáneos.
– Estimulan la función intestinal y son aconsejables para combatir el estreñimiento, gracias a su contenido en calcio, azufre y potasio.
– La celulosa que contienen actúa como antiséptico intestinal, por su contenido en sustancias antibióticas y mucilaginosas, restableciendo así el equilibrio de la flora intestinal.
– Favorecen la acción depurativa de la sangre y son un buen aliado para casos de anemia. Las hojas externas tienen siete u ocho veces más hierro que el corazón.
– El zumo de col fresca puede aliviar problemas digestivos y úlceras gastroduodenales. El jugo de col y miel es aconsejable contra la afonía.
– Las cataplasmas de hojas de col aplicadas en forúnculos favorecen su curación y cicatrización. También se utilizan (entre 2 y 8 horas) sobre el pecho en casos de bronquitis, sobre el hígado en caso de congestión hepática y en el vientre en casos de dolores gástricos, reglas dolorosas, inflamaciones de próstata, etc. Al retirar el vendaje, las hojas de col desprenden un olor desagradable, atrayendo las sustancias mórbidas hacia el exterior.
– En cosmética, se puede usar la col de decocción para la inflamación ocular, como astringente cutáneo o para el cabello graso.