22 Mar Obesidad en la menopausia
La menopausia condiciona que una parte importante de la vida de una mujer esté supeditada a que la posibilidad de ganar peso sea importante, así como la dificultad añadida de perderlo; lo cual se agrava si se parte de una situación previa de sobrepeso u obesidad. El incremento ponderal puede llegar a ser de hasta el 6-7% del peso base, y lo que es más importante, a expensas de masa grasa, con una modificación de su patrón de distribución (visceral vs subcutánea).
La prevalencia de obesidad entre mujeres es mayor en la franja de edad entre los 55-60 años y existe una mayor prevalencia de obesidad entre las mujeres versus varones de la misma edad. Además el aumento en la prevalencia de exceso de peso conlleva un incremento en la aparición de osteoporosis y factores de riesgo cardiovascular. El IMC (Índice de Masa Corporal) es uno de los condicionantes de la presencia de un mayor número de síntomas relacionados y/o derivados de la menopausia.
Son muchos los factores que pueden conducir al exceso de peso durante la menopausia, pero dos de ellos juegan un papel primordial:
1.- La disminución en la síntesis y liberación de estrógenos endógenos
2.-La propia edad del sujeto
La estrategia terapéutica de la obesidad dirigida a la mujer en fase menopáusica y postmenopáusica, no difiere a grandes rasgos de la que se diseña para mujeres en edad fértil o a otros grupos de población. Sabemos que la menopausia se acompaña de una disminución del gasto energético, por lo tanto una de las medidas esenciales es la de incrementar el ejercicio físico, que obviamente deberá ser adecuado a las características de cada paciente. El seguimiento de una dieta con un contenido calórico inferior a las necesidades de la paciente, es tan importante como la práctica habitual del ejercicio.
La presencia del Síndrome Metabólico es mayor en la población a la que nos referimos. El tratamiento global de la insulinorresistencia (prevención y tratamiento, una vez establecida la IR y obesidad abdominal) se basa en una dieta equilibrada y adecuada para perder peso.
Los fármacos que reducen el estado IR, son la metformina y los agonistas de los PPAR (tiazolidinedionas o glitazonas); aunque por el momento el uso de las glitazonas sólo está indicado en el tratamiento de la diabetes tipo 2 con IR y SM. Los agonistas de PPAR tienen acciones hipoglucemiantes aumentando la sensibilidad periférica a la insulina junto a un importante conjunto de acciones pleiotrópicas: disminución de Ácidos Grasos Libres (AGL), reducción en la acumulación de lípidos en hígado y músculo, reducción de la expresión de TNF en adipocitos, inducción de expresión de adiponectina y revisión, por tanto, de algunas alteraciones del SM, así como el componente inflamatorio y la disfunción endotelial: en cualquiera de los casos la utilidad real en la práctica clínica diaria está por demostrar.
Con respecto al tratamiento hormonal sustitutivo (THS), existe la leyenda negra de que éste hace ganar peso, pero no hay datos definitivos que refuercen ésta hipótesis. En todo caso, sí parece que la utilización del THS puede modificar el patrón de distribución de la grasa corporal, de manera que su utilización podría contrarrestar el incremento de grasa visceral al que se tiende en esta etapa de la vida.