13 May PIELES ATÓPICAS
La dermatitis atópica es una dermatosis inflamatoria frecuente, hereditarias, de curos crónico y caracterizada por la presencia de prurito intenso, eritema, xerosis, exudación, formación de costras y descamación, que afecta especialmente a la primera infancia y adolescencia.
La piel de la persona atópica es una piel seca, pruriginosa, irritable, con una marcada tendencia a la parasitación por virus, bacterias y hongos. El desarrollo de la dermatitis es un proceso multifactorial: genética, disfunción de la función barrera, pérdida transepidérmica de agua, disminución de los lípidos y una alteración de los ácidos grasos esenciales.
En el atópico, el déficit de la enzima delta-6-desaturasa determina una disminución de ácido linoleico, una de las causas que provocan la xerosis. Las ceramidas también están disminuidas y este déficit es un factor fundamental en la producción de piel seca del atópico.
Esta sequedad y prurito ocasionan el llamada ciclo picor-rascado, que puede llegar a ocasionar la sobreinfección por una bacteria llamada estafilococo dorado. Se encuentra en un 93% en piel enferma y en un 76% en piel sana. Esta bacteria es responsable del mantenimiento y la gravedad de las lesiones cutáneas debido a la producción de sustancias que estimulan la activación de las células del sistema inmune, manteniendo la inflamación.
La dermatitis atópica se retroalimenta. Por ello, es muy importante romper el ciclo picor-rascado y para ello, se deben controlar 4 puntos clave:
- Evitar la deshidratación y sequedad de la piel, restaurar la función barrera.
- Agentes inhibidores de la proliferación bacteriana.
- Calmara el picor y el enrojecimiento.
- Ayudar a reequilibrar el sistema defensivo de la piel.