La prueba de esfuerzo

La prueba de esfuerzo constituye un procedimiento no invasivo de uso clínico generalizado desde hace varias décadas. La experiencia adquirida con dicha técnica, ha proporcionado diferentes criterios en las múltiples aplicaciones para evaluar la situación cardiovascular de un individuo.

Aunque se han usado diversos métodos, el ciclo ergómetro y la cinta sin fin, son los más usados. La cinta sin fin (Treadmill) parece más “natural”, fácil de calibrar y exacta que la bicicleta ergométrica, por lo que es la más utilizada.

La prueba de esfuerzo debe realizarse por personal bien entrenado con un conocimiento básico de la fisiología del ejercicio.

Aunque la prueba de esfuerzo se considera un procedimiento seguro, numerosos estudios confirman que puede esperarse hasta 10 casos de infarto de miocardio (IM) o muerte por cada 10.000 pruebas. El riesgo es mayor en el individuo que ha padecido IM y en los que son evaluados por arritmias ventriculares malignas.

Los sujetos con antecedentes de angina creciente o inestable o insuficiencia cardíaca no deben ser sometidos a prueba de esfuerzo hasta que la situación se estabilice.

En individuos asintomáticos, la prueba de esfuerzo tiene poco valor predictivo debido a las distintas evoluciones de la enfermedad arterioesclerótica. La isquemia silente inducida por una prueba de esfuerzo en varones aparentemente sanos no es predictiva de una evolución desfavorable como se pensó en tiempos.

En individuos asintomáticos con elevados factores de riesgo de enfermedad arterial coronaria (colesterol total superior a 240mg/dl; presión arterial sistólica superior a 140mms de Hg y diastólica por encima de 90 mms de Hg, tabaquismo, diabetes, historia familiar de infarto de miocardio o muerte súbita en pariente de primer grado de menos de 60 años), se puede obtener información pronóstica útil con esta prueba, aunque no se recomienda ampliar estudios de detección en personas con grados más bajos de riesgo, ya que es improbable que mejores el pronóstico del paciente.

En individuos sintomáticos, se valoran las diferentes respuestas al ejercicio y la carga a la que aparece la sintomatología, que nos indicará la posible severidad de las lesiones.

En la evaluación post-infarto de miocardio, la prueba del esfuerzo está considerada como una de las exploraciones básicas en la estratificación del riesgo postinfarto.