El aceite de rosa de mosqueta

El aceite extraído de la semilla de la Rosa Mosqueta presenta una composición muy rica en ácidos grasos esenciales, de los cuales se destacan (80%) los poliinsaturados (Linoléico y Linolénico), presentes en mayor proporción que en ningún otro aceite. Los ácidos grasos esenciales (AGE) son nutrientes importantes en muchos procesos fisiológicos y bioquímicos relacionados con la regeneración de tejidos, crecimiento y mecanismos de defensa de nuestro organismo.

Su mecanismo de acción estaría basado en que los AGE (insaturados) son precursores en la biosíntesis de las Prostaglandinas, Ácidos Grasos Clínicos con potentes actividades biológicas que afectan a la función celular.

El consumo de materias grasas de origen animal, que contienen ácidos grasos saturados, se ha traducido en la aparición de trastornos fisiológicos, de aquí la posibilidad del uso del Aceite de Rosa de Mosqueta en dietética como alternativa viable para la prevención y tratamiento de éstas patologías.

A partir de los años 70, la Rosa de Mosqueta ha ido adquiriendo gran importancia, tanto por el interés de los países europeos de importar deshidratados de la semilla de esta planta, como la atención que han fijado en éste fruto las industrias de mermeladas, jaleas, néctares, etc.

La Rosa de Mosqueta se consume en grandes cantidades en los países nórdicos, tanto por las características organolépticas que aporta a mermeladas, bebidas, sopas, etc, como por su alto contenido en vitamina C.

Por otra parte, los estudios sobre las diferentes aplicaciones de la Rosa de Mosqueta se han centrado en el campo de la Dermatología, Cosmética y Dietética.

Numerosos laboratorios han formulado productos destinados a la atenuación de arrugas y corrección del cutis seco. Existen multitud de informes dermatológicos que han demostrado la capacidad del Aceite de Rosa Mosqueta para disminuir queloides y otras cicatrices.