09 Feb Nutrición en las personas mayores
Un estado nutricional adecuado es una condición indispensable para que un determinado tratamiento ejerza un efecto óptimo sobre una enfermedad. Por ello, dedo que la prevalencia de las enfermedades aumenta con la edad, la nutrición tiene una gran importancia en las personas de edad avanzada.
Un estado nutricional deficitario contribuye de manera significativa a la morbilidad asociada a numerosas enfermedades crónicas y deteriora considerablemente el pronóstico de los ancianos que sufren enfermedades agudas. Por otro lado, un estado nutricional adecuado contribuye positivamente al mantenimiento de la función cardiovascular y musculoesquelética, y en consecuencia de la independencia funcional, y prolonga el tiempo de vida libre de enfermedad. En el estado nutricional intervienen distintos factores como el grado de salud, la actividad física, las características socioeconómicas y la propia edad. Por otra parte, la alteración del gusto y del olfato, la sequedad ora, la falta de piezas dentales y la alteración de la deglución son factores de riesgo de malnutrición.
Dada la estrecha relación que existe entre la malnutrición y la prevalencia y evolución de determinadas enfermedades, es importante identificar precozmente a los pacientes con riesgo de malnutrición y establecer medidas preventivas.
El primer paso para mejorar los problemas nutricionales es utilizar los procedimientos de cribaje y valoración, para identificar a los individuos que tienen riesgo de desnutrición. Dados los cambios fisiológicos que se producen en la composición corporal con el envejecimiento, es necesario adaptar a la población geriátrica los parámetros usuales de valoración nutricional. Debe investigarse la existencia de factores de riesgo de malnutrición (problemas de malabsorción, intervenciones recientes, enfermedades crónicas) y efectuar una historia dietética detallada. También debe averiguarse el consumo de alcohol, tabaco o fármacos y la exposición a la luz solar.
Existen distintos instrumentos que ayudan a la valoración nutricional. Uno de los más utilizados es el test “Mini Nutritional Assessment” (MNA), que valora parámetros antropométicos (peso, talla, masa magra – circunferencia braquial- y masa grasa – pliegue tricipital), movilidad, existencia de úlceras cutáneas, consumo habitual de alimentos en un día y la propia valoración del estado de salud del sujeto.
Para prevenir la malnutrición deben evitarse las dietas muy restrictivas (sin sal, ni grasas) en pacientes ancianos. También es importante que la textura de los alimentos sea la adecuada en función de la dentición y capacidad de deglutación del individuo. En pacientes con problemas de la deglutación pueden añadirse espesantes a los líquidos hasta conseguir una textura de yogur o puding, con el fin de evitar deshidratación y la broncoaspiración.
Si el paciente puede comer, la mejor medida para tratar la malnutrición es la administración de suplementos nutricionales naturales. La nutrición artificial debe reservarse para los pacientes hospitalizados con enfermedades agudas, en los que previsiblemente no será posible una alimentación oral aceptable. También pueden utilizarse suplementos orales de nutrición artificial (nutrición enteral saborizada) para tratar la malnutrición severa, que deben administrarse fuera de las horas de las comidas, para evitar que la saciedad que producen, disminuya la ingesta de alimentos.