Sobre la rosácea

Se trata de un trastorno inflamatorio crónico de las glándulas pilosebáceas faciales, junto con un aumento de la reactividad de los capilares.
Afecta más a personas entre 30 y 50 años, en mujeres de fototipos bajos (piel clara).  Se caracteriza por un enrojecimiento cutáneo brusco, eritema persistente y teleangiectasias tardías. La localización en la cara es simétrica.
En algunos pacientes puede aparecer hiperplasia de tejidos blandos (fimas) que se traduce en un engrosamiento del tejido, más común en la nariz, llamado rinofima.
Antes se llamaba acné rosácea pero hoy se sabe que no hay correlación con el acné.
Según Klingman se puede clasificar la enfermedad por estadíos:
·         Estadío I: eritema persistente con telangiectasias o cuperosis.
·         Estadío II: eritema persistente con telangiectasias, pápulas y pústulas diminutas.
·         Estadío III: eritema profundo persistente, con telangiectasias, pápulas, pústulas y nódulos.
Por lo general su diagnóstico es clínico, hay que diferenciarla del acné el lupus eritematoso o la dermatitis seborreica.
El tratamiento preventivo evita los factores desencadenantes, y el estrés emocional. Especial cuidado con el periodo premenstrual o pre-menopaúsico, donde pueden exacerbarse las crisis.
Dentro de los tratamientos tópicos es bueno el criomasaje que consiste en la aplicación de nieve carbónico mojada con acetona sobre un algodón.
Tratamientos específicos farmacológicos:
·         Metronidazol gel o crema al 1 %, una vez por día.
·         Ácido azelaico al 15% 2 veces por día.
·         Antibióticos tópicos.
·         Tracolimus al 0,1%, dos veces por día en pomada. En casos provocados por el tratamiento con esteroides.
Entre los tratamientos sistémicos se usan la tetraciclina, la minociclina o la isotretinoína vía oral en los casos más graves. Los sistemas lumínicos bien sea láser o IPL son una buena opción, se realizan unas 4 ó 5 sesiones.