El rostro

La piel de la cara reúne una serie de características propias, entre las cuales cabe destacar la presencia de una capa adiposa subcutánea bastante abundante, que en ocasiones se acumula formando estructuras más definidas como el cojín adiposo malar. Por lo demás se trata de un tejido epidérmico con glándulas sudoríparas ecrinas, abundantes terminaciones nerviosas y folículos pilosos. Por otra parte a lo largo de la vida del individuo se van marcando en la piel de la cara una serie de pliegues conocidos como líneas de Langer o líneas de relajación de la tensión de la piel, perpendiculares al eje mayor de los músculos mímicos. El pliegue nasolabial es el más frecuente en cuanto a su disposición y presentación: a nivel de este pliegue la fascia superficial es muy delgada, de forma que los músculos faciales pasan por debajo del mismo. Se define el sistema músculo aponeurótico superficial, como una red fibromuscular situada entre los músculos faciales y la dermis. El SMAS divide la grasa subcutánea en dos capas, de forma que los lobulillos grasos más superficiales están adheridos a la dermis reticular por medio de septos fibrosos, mientras que la capa profunda no encapsulada, se encuentra entre los músculos faciales. En la región temporal y la región parotídeo-maseterina el SMAS es espeso y se encuentra adherido a la propia fascia parótidomaseterina. Por otro lado, en el rostro también tenemos los músculos de la mímica irrigados por la vena y arteria facial. Las expresiones de la cara no se deben a la contracción de un solo músculo, sino que son el resultado de la contracción armónica y simultanea de una serie de músculos que se transmite a la piel. La elevación del ángulo de la boca es tarea del músculo canino, buccinador y cigomático mayor; en tanto que el descenso de los ángulos de la boca es acción del triangular de los labios, el risorio y el cutáneo del cuello. Por delante del trago y debajo del relieve del arco cigomático tenemos la glándula parótida, su conducto excretor llamado conducto de Stenon atraviesa la bola de Bichat. Cubriendo la glándula y el músculo masetero tenemos la fascia parotidomaseterina que es continuación del sistema músculo aponeurótico superficial, véase platisma a nivel del cuello. El nervio facial pasa en profundidad respecto a esta fascia. La bola de Bichat se encuentra entre el músculo masetero y el buccinador, así permite un mejor deslizamiento de los dos vientres musculares. Dentro del proceso de envejecimiento facial, observamos una caída de la musculatura y los tejidos blandos faciales. En el tercio superior facial se acentúan las arrugas fronto-glabelares y aparece una caída de las cejas. Aparecen las patas de gallo y exceso de piel en el párpado superior. El tratamiento de rejuvenecimiento de esta zona siempre incluye elevación de la cola de la ceja y reposición de los tejidos miocutáneos peripalpebrales.