28 Nov LA SOJA: UN ALIMENTO MILENARIO Y DE ACTUALIDAD
Su interesante composición en elementos nutritivos, muy rica en proteínas de alto valor biológico, la han hecho un alimento indispensable de amplias áreas del planeta. Nuevas investigaciones han vuelto a poner en el punto de mira este interesante alimento, y se habla de su alto contenido en isoflavonas, verdaderas precursoras de algunas hormonas corporales que podrían explicar el benéfico efecto de la soja y sus derivados en algunos tipos de cáncer y en enfermedades ginecológicas.
Los productos derivados de la soja son: leche de soja, tofu, harina de soja, salsa de soja, soja germinada y tempeh.
La soja como planta medicinal
Isoflavonas y fitoestrógenos
Las habas de soja contienen isoflavonas o isoflavonoides, en una cantidad aproximada de 300 mg/ 100 g y tienen una acción a la vez estrogénica y antiestrogénica. Esta doble acción hace que se dé la paradoja de que, siendo una precursora final en el plasma sea en ocasiones el descenso de sus niveles y no su elevación.
Se trata de un complejo proceso del metabolismo, entenderemos estas sustancias como elementos que por su doble vía de actuación permiten al organismo una regulación hormonal adecuada. Asimismo, este proceso hormonal hace que a las isoflavonas se les denomine fitoestrógenos.
Los fitoestrógenos o estrógenos vegetales son sustancias contenidas en alimentos y plantas medicinales que, por su estructura química, guardan una relación estrecha con los estrógenos naturales de la especie humana. En general, no son utilizables por sí mismos, sino que necesitan una pequeña transformación metabólica dentro de nuestro organismo para que ejerzan una actividad hormonal detectable. No se trata pues de una terapia hormonal, sino de suministrar los elementos necesarios para que nuestro cuerpo forme y module sus propias hormonas, con los elementos más adecuados para producirlas.
Existen notables diferencias entre el consumo de soja en los países asiáticos y los del área occidental. Así, se calcula que la cantidad de isoflavonas que consume un asi´tico en su menú es de 45mg/día, mientras que en la persona que sigue la dieta standard occidental no rebasa los 5 mg/día.
Acción fisiológica
Las personas que siguen una dieta vegetariana en la que se incluye una buena cantidad de legumbres (especialmente soja), ingieren una gran cantidad de lignanos e isoflavonoides, sustancias que parecen tener un efecto importante sobre la modulación de las hormonas sexuales.
Además de las isoflavonas y los lignanos, también se ha relacionado el efecto preventivo del cáncer al contenido en fibra dietética de la soja.
Aún así, de las isoflavonas de la soja podemos distinguir dos acciones principales, de sentido opuesto:
– Acción estrogénica: La administración de genisteína o daidzeína (principales isoflavonas de la soja) demuestran una acción estrogénica débil en numerosos estudios de laboratorio y sobre animales de experimentación.
– Acción antiestrogénica: Esta actividad se produce seguramente porque en el proceso digestivo, las isoflavonas de la soja se convierten en parte en sustancias con acción antiestrogénica y antioxidante. Esta acción se ve incrementada por el hecho de que los fitoestrógenos se fijan a los receptores específicos para esta hormona, impidiendo la acción de hormonas con una actividad más potente. Además, estas sustancias muestran una capacidad citostática (con problables efectos benéficos sobre el cáncer) en células mamarias humanas.
– Acción antioxidante: La genisteína es una de las isoflavonas estudiadas con mayor capacidad anitoxidante sobre las lipoproteínas de baja densidad, lo que relaciona la actividad anticancerígena con la acción protectora de las membranas de la aterosclerosis y numerosas enfermedades del corazón.
Soja y cáncer
Se han hecho numerosos estudios que encuentran una relación entre el consumo de soja y diversos tipos de cáncer, entre ellos los de mama, próstata, colon y cánceres hormonodependientes.
Al valorar el efecto anticanceroso de la soja se ha comprobado que su consumo aumenta en el plasma humano los niveles de algunas hormonas. Por un lado, se sabe que la genisteína y daidzeína se absorben efectivamente en el tracto digestivo, que se capta por el hígado y se excreta en forma de 7-O-betaglucorónido.
Si se consigue un cambio dietético en el que se incluyan productos de soja de forma regular en la alimentación, los niveles plasmáticos citados son constantes al cabo de los años, y posiblemente suficientes para ejercer un efecto inhibidor de la actividad cancerosa.
– Cánceres hormonodependientes: Algunos cánceres tienen una estrecha relación con el nivel de ciertas hormonas en nuestro cuerpo. No sólo el cáncer que se asienta en las glándulas endocrinas está influenciado por estas variaciones de sus niveles, por lo que el cáncer de próstata o de mama responden bien a una terapia con fitoestrógenos.
– Cáncer de próstata: Entre los muchos factores que influyen en el desarrollo y evolución del cáncer de próstata, se sabe que las dietas bajas en grasa y el consumo de soja, de vitamina E y de Selenio pueden tener algún efecto protector. Se estima que entre el 30% y el 50% de los cánceres tienen una implicación dietética importante.
– Cáncer de mama: El cáncer de mama es el más común en los países desarrollados y la segunda causa de muerte por cáncer entre las mujeres. Se trata además de una enfermedad en aumento, que se ha relacionado con diversos factores de la vida moderna, como la dieta “occidental” rica en grasas y pobre en fibra. Tanto la obesidad como esta dieta estimulan la resistencia a la insulina, lo cual provoca secundariamente unos niveles elevados de estrógenos. La mezcla de exceso de insulina y de estrógenos ocasiona una sinergia, estimulando la progresión de lesiones precancerosas en las células mamarias de mujeres premenopáusicas. Las mujeres asiáticas padecen menos de cáncer de mama. Esta diferencia es muy significativa, ya que la incidencia es cinco veces menor en las mujeres chinas de Shanghai o Tianjin que entre las caucásicas estadounidenses. Otro dato que hace sospechar la implicación de la dieta llamada “occidental” (sin soja) como causante del aumento de cáncer de mama, es que el incremento paulatino de esta enfermedad que se ha dado en los países más desarrollados, no se ha dado en los países asiáticos, donde preodominaba una dieta mayoritariamente vegetariana.
Pre y post-menopausia
También se han hecho numerosos estudios en mujeres pre y psotmenopáusicas. En uno de ellos, se valoró en 50 mujeres japonesas la cantidad de soja consumida y las hormonas estradiol y la hormona sexual ligada a la globulina, en valores que se midieron en los días 11 y 22 de ciclo menstrual. Los alimentos a base de soja que tuvieron un mayor impacto sobre los niveles de estrógenos fueron el tofu y el miso. La ingesta de soja o sus derivados fue inversamente proporcional a los niveles de estradiol, no observándose ninguna relación con la sexual ligada a la globulina.
Las alteraciones de la regla
Uno de los primeros síntomas de la menopausia son evidentemente los desarreglos menstruales. Al producirse ésta de una manera progresiva, los síntomas son inicialmente leves, por lo que quizás sería entonces el mejor momento para consumir más productos a base de soja.
Según un estudio, el consumo de soja incrementó la fase folicular del ciclo menstrual, mientras que las hormonas luteinizante y folículoestimulante se vieron inhibidas.
Este mismo efecto es el que realiza el tamoxifeno, que se utiliza para mujeres que tienen cáncer de mama.
Los sofocos premenopáusicos
Tanto la soja como el trigo pueden reducir la intensidad y número de sofocaciones de la época pre y postmenopáusica. La soja contiene daidzeína, un potente fitoestrógeno, mientras que el trigo contiene enterolactonas, menos potentes.
No se han observado efectos secundario indeseables o tóxicos en el uso de la soja con finalidad terapéutica.
Prevención de osteoporosis
La utilización de suplementos de soja y su inclusión en la dieta puede ayudar a prevenir la osteoporosis. En efecto, los fitoestrógenos de la soja, conjuntamente con el ejercicio y el tomar luz solar, pueden ayudar a prevenir la descalcificación que provoca esta enfermedad, que se encuentra entre las causas de patología más importantes en las mujeres después de la menopausia.
El tratamiento hormonal de la osteoporosis se centra en la llamada “terapia sustitutoria”, en la que se administran por vía externa las hormonas que empiezan a flaquear en el cese del ciclo menstrual. El inconveniente de esta terapia es que la aportación externa acaba de agotar las glándulas internas al recibir un aporte excesivo. En el caso de los preparados a base de soja, bien aisladamente o en combinación con otras plantas de acción antagónica como el ñame, puede realizarse una terapia “sustitutoria” vegetal sin los convenientes de la terapia clásica, aunque con resultados más discretos.
Al igual que en el caso del cáncer de mama, se observa que las mujeres europeas padecen más osteoporosis que sus equivalentes japonesas. Diversos estudios confirman que el aporte de isoflavonas pueden ayudar a reducir la incidencia de esta enfermedad, actuando a nivel preventivo, aunque no curativo.
Aterosclerosis y enfermedades coronarias
Se dice que la menor incidencia de enfermedades coronarias entre las mujeres en época fértil es debido al efecto protector de sus hormonas específicas. Recientemente se ha demostrado que las hormonas sexuales como los estrógenos modulan las respuestas vasomotoras de las arterias, incluyendo las arterias coronarias.
Se piensa que es a través de su acción sobre la vasodilatación o la vasoconstricción arterial coronaria que los estrógenos ejercen su efecto protector sobre la angina de pecho y el infarto de miocardio.
Como se ha comentado en la parte dietética, la soja además aporta aceites poco saturados, lecitina, isoflavonas, fibra y otros elementos favorables en el desarrollo de la aterosclerosis.
Isoflavonas y colesterol
El efecto reductor del colesterol que tiene la soja, también atribuible a su fracción proteica, se ha atribuido clásicamente a su contenido en fibra dietética y también a la presencia conjunta de lecitina. Sin embargo, estudios realizados exclusivamente con las isoflavonas en mujeres menopáusicas y con el colesterol han demostrado que los niveles de esta sustancia se reducen, aumentando la fracción HDL.
El mecanismo de acción no está aclarado, pero parece ser que actúan previniendo su peroxidación, o sea, acutando contra los radicales libres o como antioxidantes. Es bien sabido que el grado de agresividad del colesterol depende en gran manera en la capacidad de oxidación que éste tiene, capacidad que se vería reducida con el consumo de soja o sus suplementos.