15 Mar Plataforma vibratoria
Galileo es una plataforma vibratoria de las llamadas “oscilantes”. La idea es reproducir el movimiento de la marcha (ganando el juego articular de las caderas) pero trabajando a alta frecuencia para comprimir tiempos de trabajo, y conviene comprender que se trabaja con un movimiento natural en el hombre, y no con vibración vertical, con lo que el movimiento es fisiológico, el impacto en articulaciones es sensiblemente menor y la sesión es claramente más agradable, además de eficaz.
Además, trabaja en carga, con lo que el logro muscular se consigue utilizando el propio peso corporal del usuario; el músculo se desarrolla con el patrón del peso propio de cada individuo, y se prepara para sostener y resistir las exigencias del organismo en cualquier circunstancia que precise de un esfuerzo extra (por ejemplo un tropiezo inesperado).
El Galileo trabaja en posición, lo que significa que debemos encontrar el apoyo en el que logremos tensión muscular en las zonas que pretendemos trabajar, y dejar que el GALILEO multiplique ese esfuerzo.
A altas velocidades compensamos la vibración producida con Galileo con trabajo muscular, debido a la tendencia de nuestro organismo a permanecer estático que, unido a la alta velocidad de vibración de la plataforma, que hace imposible “asimilar” dicho movimiento con movilidad articular consciente, denominamos trabajo involuntario, pues aprovechamos los resortes de defensa y protección para conseguir nuestro fin, que no es otro que ejercitarnos eficazmente y sin esfuerzo consciente. Podríamos decir que Galileo se convierte en el cerebro del movimiento corporal.
Así, una sesión de Galileo proporciona al usuario la tonificación necesaria para mantener objetivamente unos parámetros físicos de respuesta aceptables (e incluso sobresalientes) sin que haya necesidad de forzar al organismo ni obligación de dedicar tiempo excesivo al cuidado del tono físico. Logramos en pocas sesiones mejorar y mantener en condiciones los músculos (tensos, preparados, con capacidad de respuesta), huesos (GALILEO es una terapia originalmente desarrollada para tratar la osteoporosis y crear densidad ósea), circulación periférica, y equilibrio.
Galileo no exige esfuerzo cardíaco importante ni provoca repuntes de ácido láctico, excepto en caso de sobrepasar los tiempos recomendados para ejercitarse. Igualmente, las primeras sesiones pueden provocar enrojecimientos en las extremidades, debidos a la activación circulatoria: desaparecerán a las pocas sesiones.
Hay que trabajar adecuadamente en la plataforma, para lo que se hace necesario proveerse de calzado adecuado a su uso. Lo ideal es calzado de suela plana de goma, sin colchón de aire o perderíamos efecto; por ejemplo unas zapatillas de tenis. En caso de necesidad podemos trabajar sin calzado, pero es recomendable poner una superficie acolchada entre el pie y la base vibratoria.
También es interesante adquirir una base acolchada para los ejercicios que requieren tumbarse, así como fonderas para no cargar la muñeca cuando apoyemos las manos. Esta norma es válida para cualquier modelo Galileo
Además, trabaja en carga, con lo que el logro muscular se consigue utilizando el propio peso corporal del usuario; el músculo se desarrolla con el patrón del peso propio de cada individuo, y se prepara para sostener y resistir las exigencias del organismo en cualquier circunstancia que precise de un esfuerzo extra (por ejemplo un tropiezo inesperado).
El Galileo trabaja en posición, lo que significa que debemos encontrar el apoyo en el que logremos tensión muscular en las zonas que pretendemos trabajar, y dejar que el GALILEO multiplique ese esfuerzo.
A altas velocidades compensamos la vibración producida con Galileo con trabajo muscular, debido a la tendencia de nuestro organismo a permanecer estático que, unido a la alta velocidad de vibración de la plataforma, que hace imposible “asimilar” dicho movimiento con movilidad articular consciente, denominamos trabajo involuntario, pues aprovechamos los resortes de defensa y protección para conseguir nuestro fin, que no es otro que ejercitarnos eficazmente y sin esfuerzo consciente. Podríamos decir que Galileo se convierte en el cerebro del movimiento corporal.
Así, una sesión de Galileo proporciona al usuario la tonificación necesaria para mantener objetivamente unos parámetros físicos de respuesta aceptables (e incluso sobresalientes) sin que haya necesidad de forzar al organismo ni obligación de dedicar tiempo excesivo al cuidado del tono físico. Logramos en pocas sesiones mejorar y mantener en condiciones los músculos (tensos, preparados, con capacidad de respuesta), huesos (GALILEO es una terapia originalmente desarrollada para tratar la osteoporosis y crear densidad ósea), circulación periférica, y equilibrio.
Galileo no exige esfuerzo cardíaco importante ni provoca repuntes de ácido láctico, excepto en caso de sobrepasar los tiempos recomendados para ejercitarse. Igualmente, las primeras sesiones pueden provocar enrojecimientos en las extremidades, debidos a la activación circulatoria: desaparecerán a las pocas sesiones.
Hay que trabajar adecuadamente en la plataforma, para lo que se hace necesario proveerse de calzado adecuado a su uso. Lo ideal es calzado de suela plana de goma, sin colchón de aire o perderíamos efecto; por ejemplo unas zapatillas de tenis. En caso de necesidad podemos trabajar sin calzado, pero es recomendable poner una superficie acolchada entre el pie y la base vibratoria.
También es interesante adquirir una base acolchada para los ejercicios que requieren tumbarse, así como fonderas para no cargar la muñeca cuando apoyemos las manos. Esta norma es válida para cualquier modelo Galileo