31 Dic OXIGENOTERAPIA
A principios de este siglo y de la mano de diversos científicos, el oxígeno se ha utilizado como terapéutica, convirtiéndose en un fármaco fundamental para el tratamiento de la insuficiencia respiratoria. Como en el caso de cualquier fármaco, su utilización obliga: a) establecer previamente una indicación concreta; b) a utilizar la dosis adecuada; c) a evitar sus efectos indeseables, y d) a procurar efectuar un gasto mínimo.
La oxigenoterapia es una medida que se debe indicar sin demoras, ante la posibilidad de hipoxemia, ya que de ella depende el pronóstico del paciente. Además, su eficacia depende de su correcta aplicación.
Existen diferentes medidas para administrar el oxígeno, cada una de ellas con indicaciones más o menos precisas y con ventajas e inconvenientes propios. La fuente de oxígeno es variable, desde el sistema centralizado de los hospitales hasta diferentes equipos domiciliarios. El oxígeno puede ser entregado desde la fuente al paciente mediante sistemas de bajo o alto flujo. Los sistemas de bajo flujo incluyen las nariceras y las mascarillas de reservorio, mientras que las mascarillas con sistema Venturi corresponden a sistemas de alto flujo.
La oxigenoterapia tiene indicaciones para su empleo en situaciones agudas y crónicas. Por situaciones agudas nos referimos a emergencias médicas donde se produce hipoxemia por insuficiencia respiratoria o donde, en ausencia de hipoxemia, se requiere asegurar una apropiada entrega tisular de oxígeno, como en el shock de cualquier causa, infarto de miocardio, accidente vascular cerebral, etc… La oxigenoterapia crónica tiene indicaciones muy precisas, debido a su alto coste y limitaciones que impone al paciente. Su efecto beneficioso más relevante es prolongar la sobrevida, lo que se ha demostrado en pacientes con EPOC. En las otras causas de insuficiencia respiratoria crónica en que se emplea oxígeno, (enfermedad intersticial, enfermedad neuromuscular, otras limitaciones crónicas del flujo aéreo) los efectos beneficiosos son principalmente sintomáticos: disminución de la disnea, aumento de la capacidad de ejercicio, mejoría de la calidad del sueño y mayor calidad de vida.
En terapia con oxígeno existe la posibilidad de reacciones fisiológicas adversas y de daño celular. Dentro de las primeras se encuentra el aumento del cortocircuito pulmonar debido a atelectasias por reabsorción y la acentuación de una hipercapnia previa. Las lesiones por daño celular incluyen tanto lesiones de las vías aéreas como del parénquima pulmonar y corresponden a lo que usualmente se conoce como “toxicidad por oxígeno”.