13 Feb DEPILACION PROLONGADA MEDIANTE SISTEMAS DE TERAPIA LUMINICA (DEPILACION LASER)
Prácticamente cada pocos meses se desarrolla un nuevo sistema y se lanza al mercado; la existencia de tantas posibilidades y propuestas comerciales contribuye en algunos casos a confundir al médico, que además ha tenido que retomar los libros de física para comprender esta tecnología. Contribuiremos en forma muy básica a dar un poco de ¨luz¨ sobre el tema.
GENERALIDADES SOBRE LASER
Láser (derivado de L.A.S.E.R., = Light Amplification by Stimulated Emission of Radiation- Amplificación de la Luz por Emisión Estimulada de Radiación) es un vocablo incorporado ya al lenguaje coloquial diario. Básicamente todo láser está compuesto por: una fuente de energía eléctrica y un tubo o resonador óptico donde se encuentra el medio láser (CO2, Colorante, Rubí, Nd-YAG, etc.) distinto para cada tipo de láser y que le otorga sus características físicas particulares (longitud de onda), que determinarán sus aplicaciones clínicas en el caso de los láseres médicos; desde éste tubo es emitida la luz del láser; es en definitiva un sistema óptico que produce una forma única de energía lumínica electromagnética.
Cada láser emite en una longitud de onda determinada y fija dentro del espectro electromagnético (emisión monocromática), la luz emitida es coherente (se mantiene lineal sin difusión de la misma).
Más recientemente se han desarrollado también sistemas de luz intensa pulsada, tratándose básicamente a diferencia del láser, de una fuente de luz intensa no coherente (se difunde) y emite simultáneamente en varias longitudes de onda del espectro siendo posible su variación mediante la adición de filtros.
Es la longitud de onda, medida en nanómetros (nm) la que determina la especificidad tisular del láser o sistema de terapia lumínica, o sea cuál será el cromóforo o tejido diana, y su a vez la profundidad de penetración: el láser CO2 (10.600 nm) será absorbido por el agua tisular (acción superficial: láser quirúrgico y foto-dermoabrasión) , el láser de Erbio (2.944 nm) es absorbido también por el agua pero en mayor grado que el CO2, por lo que su profundidad de acción es mucho menor (útil solo en dermoabrasión), el Dye Láser (colorante pulsado) (585 o 595 nm) es absorbido por la hemoglobina vascular (color rojo) (aplicación en patología vascular); el láser rubí (694 nm), el de alejandrita (755 nm), el diodo (820 nm) y el Nd-Yag en su versión de doble longitud de onda (1064 nm) son absorbidos en diferente grado por la melanina y colores oscuros.
Es a nivel del CROMÓFORO (órgano diana) donde la energía lumínica es absorbida y transformada en energía térmica produciendo su destrucción: FOTOTERMOLISIS SELECTIVA; con respecto al láser de Nd-Yag de 1064 nm debido a su longitud de onda la reacción con el cromóforo es más bien una DESTRUCCIÓN FOTOACÚSTICA con una generación de calor limitada. Esta especificidad tisular hace que los tejidos más superficiales o adyacentes no sean dañados. Posteriormente son los macrófagos, sistema linfático etc., quienes van reabsorbiendo los tejidos destruidos en unas semanas.
Otro concepto fundamental para la fototermolisis selectiva es el del tiempo de relajación térmica de la piel (10 ms) y de los tejidos blanco: un tratamiento correcto es el que permite un enfriamiento cutáneo suficiente para evitar el daño epidérmico y un calentamiento suficiente del tejido blanco para que sea efectivamente destruido. En algunos sistemas es necesaria la aplicación de gel frío o algún otro sistema de enfriamiento cutáneo.
FOTO – DEPILACION
La falta de eficacia o más bien de duración de los resultados de los sistemas tradicionales de depilación ha hecho que en los últimos años hallan desarrollado varios sistemas para depilación de efecto prolongado basados en sistemas de terapia lumínica (láser y luz intensa pulsada) surgiendo una técnica revolucionaria y novedosa de eliminación del vello no deseado como un hallazgo o “efecto secundario”, en pacientes tratados de lesiones pigmentadas o vasculares, además del aclaramiento de la lesión se comprobó la ausencia de crecimiento del vello en la zona.
Los láseres frecuentemente utilizados a éstos efectos (alejandrita, rubí, diodo y Nd-Yag) y los sistemas de luz intensa pulsada basan su acción en la destrucción (fototermolísis selectiva) del pelo (cromóforo) por apetencia cromática; la efectividad lógicamente existirá mientras tratemos vellos más oscuros que la piel; por lo tanto entra aquí el concepto fundamental del FOTOTIPO CUTANEO: según la clasificación de Fitzpatrick existen 6 fototipos cutáneos, desde el I (albino) al VI (raza negra) siendo en los países mediterráneos más frecuentes los fototipos III y IV.
Básicamente si el pelo es muy claro o la piel muy oscura, el cromóforo dejará de ser exclusivamente el pelo y lo será también la melanina de la piel, con lo que habrá una lesión cutánea (quemadura) y por lo tanto una complicación y un resultado indeseable, algo inaceptable ya que se trata de una terapia, independientemente del origen (hirsutismo, hipertricosis etc.) con elevado componente estético.
En la depilación el cromóforo buscado es el pelo, folículo piloso y células germinativas con su pigmento melánico y células pigmentadas. Para lograr una depilación efectiva y prolongada debe llegar a destruirse el 1/3 inferior del pelo y estructuras germinativas del folículo piloso, encontrándose a 3-4 mm de profundidad (dérmis profunda y tejido subcutáneo). Por las características ópticas descritas (longitud de onda) sólo profundizan suficientemente como para llegar a la profundidad requerida láseres de 1. de onda como el de Nd-Yag (1064 nm) y sistemas de luz intensa pulsada (ésta tecnología permite cambiar y concentrarse en diferentes longitudes de onda: 500 a 1200 nm, regulando duración e intensidad de pulsos intentando así adaptarse lo más posible a cada variación de color de pelo y piel; la gran versatilidad del sistema de la luz intensa pulsada hace su curva de aprendizaje un poco más prolongada y el manejo de algo más complejo que los sistemas láser). Sin embargo otros láseres utilizados para la fotodepilación (rubí, alejandrita etc.) suplen esta falta de profundización mediante aumento de energía y una mayor difusión del efecto térmico, lo que si bien también les da efectividad puede aumentar las posibilidades de complicaciones, sobre todo en pieles más oscuras.
De cualquier forma especialmente para el láser rubí, alejandrita y luz pulsada existe la contraindicación absoluta de exposición solar antes y después de las sesiones, debido a que los melanocitos estimulados reaccionan en forma acentuada como cromóforos pudiendo provocar lesiones epidérmicas (quemaduras, y consiguientes hiper o hipopigmentaciones, aunque sean generalmente transitorias). Esta problemática está algo minimizada en el láser de Diodo y prácticamente ausente con el láser de Nd-Yag, en éste último caso su longitud de onda de 1064 nm, concentra su acción en la profundidad de la piel, con mayor penetración que los láseres de Rubí, Alejandrita y Diodo, de ésta forma es posible evitar los daños epidémicos e incluso tratar pacientes de fototipos altos incluso durante el verano sin darle demasiada importancia a la destrucción por reacción fotoacústica con poca generación de calor. En una de las versiones actuales de láser diodo (820nm) el pelo es arrancado inmediatamente antes de la sesión y un cromóforo externo es aplicado sobre la piel para que penetre en los folículos abiertos, produciéndose de ésta forma la reacción de fototermolísis selectiva entre la luz del láser y el cromóforo externo.
Como se ha visto las terapias lumínicas a las que nos referimos (láser y luz intensa pulsada) tienen un potencial máximo de profundidad de acción de unos pocos milímetros, directamente proporcional a la longitud de onda, careciendo absolutamente de efectos colaterales y secundarios a nivel sistémico.
De cualquier forma es posible obtener resultados satisfactorios con todos los sistemas siempre que se realicen tratamientos que coincidan con los parámetros físicos e indicaciones precisas del equipo en cuestión; si logra la destrucción o lesión del folículos pilosos el pelo desaparece definitivamente o se retrasa notoriamente su regeneración, obteniéndose así el efecto deseado del depilación.
HABLEMOS DE EFICACIA
En nuestra opinión el sistema ideal de fotodepilación: definitivo; sencillo de usar, para todos los fototipos, carente en absoluto de complicaciones y económico: aún no existe.
La eficacia en fotodepilación es un término cronológico: ¿cuánto dura el efecto del tratamiento?, es la primera y más importante pregunta de todos los pacientes antes de someterse a éste tratamiento.
Es fundamental tener en cuenta y explicar al paciente que en cada región anatómica el vello posee diferentes fases de crecimiento (fases anágenas), siendo sólo durante ésta fase en la que el pelo es sensible a la fotodepilación, cualquiera sea el sistema empleado, o sea que es imprescindible que exista pelo para que se produzca la fototermolísis. En cada sesión sólo se llegará a aquellos folículos que se encuentren en fase anágena y por tanto se requerirán varias sesiones para poder tratar todos los folículos de una región anatómica. Si bien existen diferencias entre una región y otra, cada clico anágeno, puede durar como mínimo un mes a un mes y medio: éste es el periodo mínimo que debe transcurrir entre una sesión y la siguiente, con las lógicas variables individuales.
Hoy en día todavía no puede hablarse de fotodepilación definitiva, independientemente del sistema utilizado, ésto es algo a tener claro tanto el médico tratante como el paciente para no generar falsas expectativas. El término justo y más adecuado es que se trata de una depilación de efecto prolongado, que en el peor de los casos requerirá, una vez realizadas las sesiones mínimas necesarias, un mantenimiento, o sesión complementaria según la respuesta individual.
Creemos que éste es el planteamiento más real y honesto a la vista de la tecnología actual, siendo los resultados claramente satisfactorios, lo que se demuestra por la creciente demanda de ésta técnica.
La elección en definitiva del sistema a utilizar debe ser fruto de un análisis donde deben sopesarse varios elementos entre los cuales destacamos: efectividad contrastada clínicamente y en literatura científica, tecnología segura y con pocas incidencias técnicas, mantenimiento sencillo, área geográfica y fototipo cutáneo preponderante; el costo del sistema y posibilidad de rápida amortización en vistas de la evolución tecnológica no es un factor desdeñable.