06 Ene Varicela y Herpes Zoster
La varicela comienza como una fase prodrómica leve que puede incluir fiebre, seguida de un eritema transitorio y la aparición de las lesiones típicas: máculas eritomatosas, pápulas, vesículas, pústulas, y costras que pueden evolucionar a cicatrices varioliformes si se produce sobreinfección bacteriana de las mismas. Característicamente, las lesiones coexisten en todos los estadios evolutivos. La erupción es centrípeta, afectando con mayor intensidad al tronco y la extremidad cefálica, y muy pruriginosa. En sujetos sanos las complicaciones de la varicela son excepcionales, y la curación ocurre de forma espontánea, dejando de ser contagiosa cuando todas las lesiones están en fase de costra.
El herpes zóster es una recurrencia local producida por el mismo virus en un dermatoma correspondiente al ganglio nervioso en el que el microorganismo pudo permanecer en estado latente años después de una varicela. La clínica es muy característica. Tras horas o días de dolor o parestesias en la zona, aparece una placa eritomatosa unilateral correspondiente a un territorio venoso, que progresivamente se va cubriendo de
vesículas y pústulas agrupadas en racimos. Al curar van dejando costras que desaparecen dejando una pigmentación residual o cicatrices poco evidentes. El dolor es muy intenso días antes y después de la erupción, y puede persistir incluso meses, especialmente en personas mayores (neuralgia postzóster).
El herpes zóster es una recurrencia local producida por el mismo virus en un dermatoma correspondiente al ganglio nervioso en el que el microorganismo pudo permanecer en estado latente años después de una varicela. La clínica es muy característica. Tras horas o días de dolor o parestesias en la zona, aparece una placa eritomatosa unilateral correspondiente a un territorio venoso, que progresivamente se va cubriendo de
vesículas y pústulas agrupadas en racimos. Al curar van dejando costras que desaparecen dejando una pigmentación residual o cicatrices poco evidentes. El dolor es muy intenso días antes y después de la erupción, y puede persistir incluso meses, especialmente en personas mayores (neuralgia postzóster).