TERAPIA CON ANDRÓGENOS EN MUJERES

Los tratamientos con testosterona se iniciaron en 1950  con  Greenblatt  y  col.en  102  mujeres  postmeno-páusicas naturales o quirúrgicas, a quienes se les adminis-tró 5 mg de metiltestoterona vía oral conjuntamente con estrógenos durante 4 semanas. Este grupo documentó in-cremento de la libido asociado con el uso de andrógenos.
De los resultados de laboratorio se desprenden algunas preocupaciones con respecto al uso terapéutico de testosterona.
• Efecto androgénico sobre la piel: el hirsutismo es el principal  efecto  adverso  de  este  tratamiento.  Entre  el 1-36% de pacientes usando To refieren hirsutismo, que se  manifiesta  entre  4-6  meses  luego  del  inicio  del  tra-tamiento. El  acné  apareció  entre  el  1-45%  de  las  pa -cientes tratadas. Ambas manifestaciones se hicieron más evidente con el uso de To intramuscular y con el implan-te de To. Las dosis bajas con crema o parches redujeron este  efecto  adverso.  Ocasionalmente  se  reportaron  sig-nos de virilización como alopecía temporal, clitorome-galia, cambios en el humor y en el tono de la voz.
• Efecto cardiovascular: Hay muy pocos datos en rela-ción a la seguridad cardiovascular con el tratamiento a largo plazo con andrógenos en la mujer.
• Presión arterial: Ninguno de los tratamientos que utilizaron To vía oral, transdérmica o subcutáneo mostraron elevaciones de la presión arterial.
• Lípidos: El efecto de la testosterona exógena sobre el perfil lipídico depende de la dosis, de la ruta de adminis-tración y de si se asocian a estrógenos o estrógenos-pro-gestágenos. La Tabla 5 muestra los resultados revelados por diversos estudios.
• Reactividad vascular: La asociación de estrógenos con testosterona  indica  que  el  tratamiento  con  andrógenos no  disminuye  el  efecto  vasodilatador  del  estrógeno  en las mujeres postmenopáusicas.
•  Viscosidad sanguínea y factores de coagulación: Dosis fisiológicas y, aún suprafisiológicas sólo produjeron leve incremento  de  hemoglobina  en  algunas  pacientes  sin consecuencias  clínicas.  Todos  los  resultados  demues-tran que el tratamiento con testosterona no incrementa el riesgo cardiovascular a través de cambios adversos en la viscosidad sanguínea, en la coagulación, en los factores fibrinolíticos ni en la inducción de policitemia.
• Insulino-resistencia: Estudios de fase II y III que adminis-traron Testosterona transdérmica a mujeres ooforectomiza-das por más de 6 meses, no mostraron cambios significa-tivos en los niveles de glucemia e insulinemia.
• Efectos sobre endometrio: Las dosis farmacológicas de andrógenos se asocian con estimulación endometrial en tratamientos que utilizan conjuntamente estrógenos. Sin embargo, 53 mujeres que recibieron estrógenos/proges-tágenos después de la menopausia natural enroladas en un  protocolo  doble  ciego,  randomizado  y  cruzado  con testosterona  transdérmica  versus  placebo  por  3  meses, no mostraron diferencias significativas en el grosor en-dometrial.
• Cáncer de mama: El tejido mamario normal y aún el de cáncer mamario contienen receptores androgénicos, que están  coexpresados  con  los  receptores  de  estrógenos  y progesterona.  La grasa mamaria periglandular contiene actividad  aromatasa  que,  teóricamente,  podría  transfor-mar testosterona en estradiol, estimulando potencialmen-te el tejido glandular mamario. Somboonporn y Davis re-sumen la acción de los andrógenos como inhibidores de la proliferación mediada por estrógenos en las células de
cáncer de mama y, además, postulan que los andrógenos estimularían la apoptosis de estas células.
El estudio de las enfermeras reveló un riesgo relativo de cáncer mamario de 1.77 en las mujeres que usa-ron  estrógenos  asociados  a  testosterona  en  comparación con las no usuarias. Este riesgo es mayor que el ocasiona-do por el uso de estrógenos sólo, pero no diferente del uso de estrógeno asociado a progestágenos.
A pesar de esta información, la mayoría de los trabajos publicados sostienen que el uso de testosterona
no aumenta el riesgo de cáncer de mama y, aún, podría realmente reducir el riesgo al antagonizar los efectos de los estrógenos sobre el tejido mamario.
• Toxicidad hepática: La toxicidad hepática está prima-riamente relacionada con la dosis y la ruta de adminis-tración. Altas dosis y esteroides 17α-alquilados son los mayores factores de riesgo.
• Hostilidad: No se ha reportado comportamiento agre-sivo  u  hostil  en  mujeres  que  recibieron  preparados  de testosterona resultando en concentraciones séricas fisio-lógicas o levemente suprafisiológicas.
Concluciones
El  objetivo  del  tratamiento  androgénico  en  la insuficiencia suprarrenal es alcanzar niveles de SDHEA
dentro de rangos fisiológicos que, junto con el reemplazo —-glucocorticoideo y mineralocorticoideo, completarían el reemplazo total adrenal. El objetivo del tratamiento con testosterona  en  las  mujeres,  en  cambio,  fue  enfocado para la esfera sexual en la mayor parte de las investiga-ciones. Los reportes a 2 años mostraron mejorías en el deseo sexual hipoactivo pero, en general, las dosis admi-nistradas resultaron en niveles suprafisiológicos. Quedarían  algunas  indicaciones  tanto  para  el uso  de  DHEA  como  To  en  síndromes  como  SIDA  ca-quéctico y anorexia nerviosa con importante pérdida de masa muscular.
Todavía es un tema de debate el uso de DHEA y testosterona en el envejecimiento fisiológico.