PRODUCTOS CUTÁNEOS PARA JOVENES

En la mayoría de las personas, el primer contacto de la piel con los cosméticos o productos de tocador tiene lugar en las primeras semanas de la vida. En esta etapa, son pocos los beneficios que se obtienen de estos productos, salvo la limpieza y protección del entorno mojado. En los primeros años, la piel de la mayoría de los niños es suave, sana y está exenta de espinillas y manchas (siempre que tenga una dieta adecuada) y precisa de  pocos cuidados, que no son otros que una limpieza regular. Sin embargo al comienzo de la pubertad la piel puede presentar una serie de problemas, la mayoría de los cuales se puede atribuir a la hiperactividad de las glándulas sebáceas productoras de sustancias grasas. Más de uno de los estudios realizados en grupos de adolescentes en edades comprendidas entre los doce y los dieciocho años  han señalado que la incidencias de espinillas, granos, comedones, acné,  y otras imperfecciones relacionadas  es superior al 50 por ciento de la población. Por tanto, no sorprende que la mayor parte de los productos para la piel consumidos por jóvenes de estas edades estén relacionados con el tratamiento, prevención o enmascaramiento de granos o piel grasienta. Junto a estos productos, existen otros para la piel que son adquiridos y consumidos por estos adolescentes y que tienen la misma composición que otros que se comercializan en al mercado general, tal vez con diferente presentación. Estos se tratan en otros capítulos apropiados en este libro.
Trastornos cutáneos en adolescentes

 Las glándulas sebáceas, junto con los sistemas muscular, nervioso y vascular a ellas asociados, se conocen, en conjunto, como aparato pilosebáceo. Hace tiempo se observó que el aparato pilosebáceo está controlado principalmente por hormonas endógenas, que se hayan excepcionalmente a elevadas concentraciones en la sangre durante la adolescencia y pubertad. El incremento correspondiente en la actividad de las glándulas sebáceas conduce a la producción de cantidades excesivas de sebo. Esto, por sí mismo, es causa de una grasa desagradable en la piel, que ocasiona una apariencia brillante y desigual y, en los jóvenes, dificulta o imposibilita la aplicación del maquillaje  en las zonas afectadas. Desgraciadamente esta situación empeora por el crecimiento simultáneo de la velocidad de queritinización del estrato córneo de la piel. En algunos jóvenes se pueden  eliminar capas de células queratinizadas  por una simple fricción facial con el dedo índice y esto, naturalmente, se une a los problemas de aplicar algo a la superficie cutánea. Sin embargo, aún más importancia tiene que también proliferan las células córneas de revestimiento, los folículos pilosos, constituyendo un empaquetamiento compacto, y pueden formar un tapón oclusivo o comedón. Esta barrera física, unida a la producción incrementada de sebo,  conduce a un rápido acúmulo de presión opuesta y el sebo estancado constituye un medio ideal para la proliferación de bacterias. Con el tiempo, cuando el folículo obstruido se rompe y permite la descarga de su contenido. Éste incluye productos de degradación del metabolismo de las bacterias, incluyendo irritantes, tales como ácidos grasos, ocasionando inflamación e hinchazón locales. También existe la posibilidad de que las células externas del folículo pilosos se ennegrezcan por el depósito de pigmentos procedentes de las células dañadas que se encuentran en capas más profundas, originando puntos negros (se debe destacar que las espinillas no se deben, por tanto, a la acumulación de la suciedad ni detritus).