14 Dic EMULSIONES DE TRATAMIENTO FACIAL
La piel normal está cubierta de manera totalmente fisiológica por la emulsión epicutánea o película hidrolipídica.
Esta emulsión, que en la piel normal es de fase externa acuosa, se forma a expensas del agua de la perspiración y del sudor, y en su fase oleosa, de los componentes grasos de la secreción sebácea. La emulsión se hace posible por la presencia de algunas ceras, esteroles y esteroides, principalmente colesterol y fosfolípidos, que actúan como emulsionantes. No se descarta la posibilidad de la existencia de otras sustancias emulsionantes, como algunas combinaciones entre ácidos grasos y electrolitos o aminoácidos solubles componentes del sudor.
Sin la existencia de esta emulsión natural, la descamación continua de la piel conferiría a esta un aspecto blanquecino y aspereza al tacto, lo cual se evita con la incorporación de las microescamas quieratínicas a la emulsión.
Pero las funciones cosméticas de esta capa emulsionada son muchas más. Rica en lípidos hidrófilos, regula la hidratación de la piel evitando la evaporación excesiva del agua y actuando como crema protectora frente a líquidos acuosos externos, impide la imbibición protéica, Este último hecho se demuestra en las zonas de la piel que carecen de glándulas sebáceas (palmar y plantar), y por tanto también de emulsión, en las que el contacto prolongado con el agua, trae consigo la imbibición de la queratina y el aspecto macerado de la piel. Las variaciones en la composición de esta capa, respecto a la cantidad de agua o de lípidos, determina normalmente la suavidad, flexibilidad e hidratación cutáneas. Estas variaciones pueden resultar de la influencia de factores fisiológicos (secreciones hormonales, edad), climáticos (temperatura, humedad) pero también se producen como consecuencia de agresiones químicas (solventes y detergentes) e incluso de factores psicológicos. No conviene olvidar la importancia que juega esta capa hidrolipídica en la regulación del pH ácido cutáneo, sistema amortiguador que protege frente a las agresiones químicas alcalinas y al desarrollo de microorganismos. El llamado manto ácido de la piel proviene del ácido láctico y de los aminoácidos dicarboxílicos de la secreción sudoral, emulsionados con la secreción sebácea.
La piel puede definirse como un gel de proteínas anfóteras, con diversos grados de hidratación. Está poco hidratada en la superficie, con un pH entre 4.2 y 5.6, y tanto el contenido en agua como el pH aumentan con la profundidad. El proceso continuo de queritinización produce una capa exterior córnea, con una red de proteínas hidrófobas, modificada y mantenida por la capa emulsionada, que como hemos vista se forma a partir de sus propias secreciones.
Las emulsiones para tratamientos faciales son complementos artificiales con los que se pretende subsanar la deficiencia de la emulsión natural. Cuando ésta es la finalidad principal del preparado de tratamiento, su aplicación será diaria mientras perdure el desequilibrio de esta emulsión epicutánea por cualquiera de las causas fisiológicas o externas. Estos son los preparados que se denominan “de mantenimiento”, en contraposición con los llamados “de tratamientos espaciales” dirigidos a ciertas anomalías no relacionadas directamente con esta capa emulsionada, como pueden ser las arrugas, eritrosis, acné, etc.
Repetidas veces se ha dicho que la cosmetología es por excelencia la ciencia de los excipientes. Entre ellos, las formas emulsionadas son las que juegan un papel más preponderante. Su efecto sobre la epidermis no va normalmente ligado a la presencia de un principio activo determinado, como ocurre en los tratamientos terapéuticos, sino que la composición y proporción de cada una de sus fases acuosa y oleosa, así como la naturaleza del emulsionante, le conferirán un comportamiento global físico-químico, responsable de las propiedades cosméticas o de tratamiento del preparado sobre la piel.
Por otra parte es muy difícil que a una sustancia determinada, componente de estas fases acuosas u oleosas, pueda señalársele un solo tipo de actividad sobre la piel. Así por ejemplo un aceite de vaselina va a conferir, por su casi nula penetración, un efecto de protección frente a agentes externos, y al mismo tiempo un efecto oclusivo que va a condicionar una hidratación de la capa córnea. La reconocida acción dermatológica, es debida sin duda a la suma de las propiedades lubricantes, emolientes e hidrófilas.
PENETRACIÓN DE LAS EMULSIONES
De manera general, y felizmente para la cosmética, se puede asegurar que la permeabilidad de la piel normal, o la absorción de los preparados a través de la vía epidérmica, son prácticamente nulas.
Pero hay moléculas que una vez aplicadas sobre la piel, se pueden encontrar en la orina o en la sangre, lo cual demuestra claramente la penetración a través de la epidermis. Recientes progresos realizados en el conocimiento de la permeabilidad cutánea, estudios sobre la microestructura de la piel, así como los siempre renovados métodos de investigación, permiten determinar las vías y proporciones de penetración llegando a demostrar que, para ciertas moléculas en las dosis normalmente empleadas en cosmética, se consigue una concentración local muy superior a la general.
Se ha considerado generalmente que esta parcial penetración hasta el torrente circulatorio sólo es posible a través del aparato pilo-sebáceo, relativamente permeable debido a que en el fondo del folículo la capa córnea es prácticamente inexistente. Según esta teoría, la solubilidad de las sustancias en aceites favorece su penetración en virtud de la miscibilidad con el sebo presente en los folículos pilosos y glándulas sebáceas. Pero la liposubilidad no es un factor determinante, puesto que también hay absorción de sustancias en soluciones acuosas. Sin embargo, las glándulas sudoríparas no parece que tengan un papel significativo en la penetración, como lo demuestra la falta de absorción en las palmas, carentes de folículos pilosos y de glándulas sebáceas.
Hoy se ha probado que la vía transepidérmica no es desdeñable e incluso puede ser la vía preferencial ya que los folículos pilosos no representan más que un diez por ciento de la superficie de la piel.
De cualquier forma es evidente que la piel que la piel es muy poco permeable, y que esta resistencia a la penetración es debida a la capa córnea de células muertas. Esto se comprueba por medidas de la profundidad de penetración de las sustancias en experiencias de “Stripping” (arrancamiento progresivo de las capas córneas superficiales) en las que se pone de manifiesto una impermeabilidad constante de las capas córneas y después una elevación brusca de la permeabilidad a niveles epidérmicos más profundos. Las sustancias pueden llegar así al contacto con las células epidérmicas vivas, cuyas membranas únicamente dejarán pasar los compuestos a la vez liposolubles y ligeramente hidrosolubles. Es evidente que la “vida” celular, debido a los cambios osmóticos, condiciona la permeabilidad de los tejidos. Pasada la epidermis, la dermis es una barrera poco eficaz, como lo demuestran numerosas experiencias. Esto se explica por la abundancia de líquidos extracelulares y por su rica vascularización.
Diferentes factores son susceptibles de modificar las condiciones de permeabilidad:
· Ciertas propiedades físico-químicas de la propia sustancia: peso molecular, polaridad, volatilidad, coeficiente de reparto hidro-lipídico.
· Factores propios de la piel: espesor de la capa córnea, vellosidad, grado de hidratación, irrigación, temperatura, inflamaciones, heridas, dermatitis etc.
· Condiciones de aplicación: acción favorable del masaje, coeficiente del reparto de las sustancias entre su excipiente y la capa córnea, presencia de tensiactivos y humectantes.
Haciendo referencia, concretamente, a las emulsiones para tratamiento facial, entre sus componentes más característicos, las grasas y aceites animales penetran con más efectividad que los vegetales, en tanto que los aceites minerales y vaselinas.
El tipo de emulsión (fase continua oleosa o acuosa) no parece intervenir en su capacidad de penetración. Por el contrario el papel del emulgente es muy importante. Por sus propiedades tensioactivas condiciona la extensión de la emulsión sobre la superficie de la epidermis y la posibilidad de difusión en el interior de las capas superficiales.
Al ser un factor modificativo de las condiciones de permeabilidad el grado de hidratación de la piel, lo serán a su vez las propiedades hidratantes de la propia emulsión. Este hecho se está empleando en la terapéutica dermatológica en estos momentos, combinando la aplicación del medicamento con una técnica de oclusión física, para aumentar rápidamente la hidratación de la epidermis, y por tanto la penetración del fármaco.
Considerando todos estos factores y fenómenos físico-químicos que se desarrollan tras la aplicación de una emulsión sobre la piel, en caso de las emulsiones de tratamiento facial se podrá hablar a la vez de un coeficiente de absorción y una absorción relativa, de acuerdo con su composición, lo cual no implica un proceso de “asimilación” propiamente dicho. Este fenómeno de absorción superficial se ha denominado de contacto.
El grado máximo de contacto es la imbibición o impregnación de las capas córneas superficiales, como puede hacerlo el contacto prolongado con agua o lípidos, sobre todo si se utilizan agentes tensioactivos.
La limpieza a que previamente se haya sometido la zona de aplicación de estos preparados de tratamiento, condicionará en gran manera fenómenos de contacto y posible penetración. Si la piel se ha limpiado con agua y jabón o detergentes alcalinos, ha desaparecido el sebo y queda un residuo alcalino aniónico no absorbido por la superficie. Las cremas o leches limpiadoras a base de aceites minerales arrastran el sebo, disolviéndolo y dejan un residuo hidrocarbonado. Este último procedimiento hace aumentar las características hidrófobas del estrato córneo, mientras que la acción detergente de los jabones favorece la imbibición hídrica moderada de esta capa. En uno u otro caso, la piel estará mejor preparada para la efectividad de las sustancias en la fase oleosa u acuosa, respectivamente.