PERFIL INMUNITARIO DE SENESCENCIA

 Con el envejecimiento se produce un deterioro de las funciones del sistema inmune, conocido como inmunosenescencia. Entre las manifestaciones de este deterioro es bien conocida la susceptibilidad incrementada a las enfermedades infecciosas y autoinmunes, y también al cáncer. Así, un sistema inmunitario débil se asocia a problemas de salud típicos de la vez. Por consiguiente, la evaluación de los diferentes componentes del sistema inmune posibilita analizar la fortaleza del sistema inmunitario.

El sistema inmunitario está compuesto por mecanismos de inmunidad innata o no adaptativa y por mecanismos de inmunidad adquirida o adaptativa. Las células que componen el sistema inmunitario tienen funciones muy diversas, incluso a veces contrapuestas, y la interacción entre las mismas permite la existencia de un estado de equilibrio autorregulado.

La inmunidad innata o no adaptativa, también conocida como inmunidad natural o inespecífica, es la línea de defensa que permite controlar la mayor parte de los agentes patógenos. Por el contrario, la inmunidad adquirida o adaptativa, también conocida como inmunidad específica, suministra una respuesta específica frente a un agente infeccioso determinado.

El timo es el sitio de maduración y diferenciación de las células T, y es el “reloj inmunológico del envejecimiento”. La involución del timo y la disminución de la salida de linfocitos T son dos importantes cambios que ocurren en el sistema inmunitario con el envejecimiento. Aunque el tejido tímico se mantiene funcional al menos hasta los 60 años de edad, alrededor de los 50 años la mayoría del tejido parenquimal es reemplazado por grasa.