¿ES EL AYUNO INTERMITENTE LA SOLUCION AL SOBREPESO?

El ayuno no es nuevo. Existe desde que el hombre es hombre por necesidad, por razones religiosas o con una perspectiva más o menos terapéutica. Hace 10 años, los que ayunaban eran “cuatro gatos” excéntricos (con todos mis respetos), pero hoy día ha bastado incluirle el apellido de intermitente y parece que hemos vuelto a descubrir la rueda.

Si a esto añadimos las redes sociales como catalizador, la divulgación poco científica que anima a que cada uno interprete según le parezca sin rigor alguno y las ganas de buscar la piedra filosofal, tenemos el cóctel perfecto para hacer del “Intermitent fasting” un TT o un huevo hit en las listas de éxito de las nutrimodas.

Es un hecho que cada vez más tengo consultas de pacientes acerca de esta tendencia, bien por su propio interés, o bien animados por otros que han decidido unirse a esta tendencia.

Bien, pero ¿en qué consiste realmente el ayuno intermitente? Ayuno significa no comer, no comer nada de nada y lo llamamos intermitente, porque intercala periodos de ayuno con períodos de ingesta. Por simplificar, nos referiremos a las tres variantes principales:

  1. Ayuno a días alternos: veinticuatro horas de ayuno seguidas de veinticuatro horas de un patrón de alimentación normal (Posteriormente, concretaremos en qué consiste este patrón.)
  2. Patrón 5:2. Dos días por semana se realiza una ingesta inferior a 500/700 kcal. Y el resto de la semana se mantiene el patrón normal.
  3. Patrón 16:8. Consiste en dieciséis horas de ayuno y ocho horas de patrón normal. En la práctica implica eliminar desayuno o cena del modelo normal.

Conviene aclarar que, en el periodo de comidas, sea este de veinticuatro o de ocho horas, es imprescindible seguir un modelo de alimentación saludable por lo que respecta a tipos de comidas, elaboraciones, número de ingestas y cantidades de ración. Hacer “barra libre” durante ocho horas supondrá una regresión, impedirá progresar, además de incrementar los riesgos de alteraciones del comportamiento alimentario.

¿Cuáles son las ventajas?  Según un artículo del NEJM (New England Journal of Medicine) – obviamente, solo acudiremos a fuentes y referencias de probada fiabilidad- parece que este patrón de ayuno intermitente puede dar lugar a las siguientes mejoras:

  • Mejora de la función física y disminución de la masa grasa en individuos entrenados
  • Mejora de algunas funciones cognitivas como la memoria y algunos aspectos del aprendizaje
  • Mejora de la sensibilidad a la insulina y, por tanto, ayuda al control de la diabetes y la obesidad
  • Mejora de factores de riesgo cardiometabólicos tales como presión arterial y perfil lipídico
  • Reducción de la inflamación sistémica y estrés oxidativo
  • Algunos estudios muestran mejor incidencia de ciertos tumores, así como incremento de la sensibilidad a la quimioterapia y la radioterapia
  • Puede haber efectos beneficiosos en enfermedades neurodegenerativas como Alzheimer y Parkinson.
  • Mejora de la capacidad respiratoria y síntomas asmáticos
  • Reducción de síntomas en esclerosis múltiple.

Entonces, visto lo anterior, ¿cuál es la realidad? Efectivamente, hay estudios clínicos que evidencian ciertos beneficios para la salud. No obstante, es preciso ser cauto, puesto que, en un mundo en el que los antivacunas o escépticos rechazan vacunarse porque recelan de la existencia de suficientes estudios, algunos encuentran el aval suficiente en cualquier página web de dudosa procedencia para lanzarse de cabeza y sin red a la piscina del ayuno.

Por otro lado, cabe pensar: “¿Qué estamos comparando? ¿Un patrón de ayuno- el que fuere- con un patrón malsano de alimentación? ¿O frente a un patrón saludable basado en el modelo mediterráneo? No es esta una cuestión baladí. Es lógico que frente a malos modelos de alimentación aparezcan claros beneficios, pero quizá no sea así, o no tanto, frente a modelos saludables.

Lo que parece claro es que no es una solución única y universal, sino que puede ser una estrategia de utilidad e interesante para determinado tipo de personas que puedan adaptarse bien a este paradigma y, por tanto, mantener la adherencia, que es una de las claves de la alimentación saludable.

Finalmente, como es lógico, es fundamental tener un asesoramiento profesional adecuado y personalizado en cuanto a indicaciones, contraindicaciones, plan, desarrollo, toma de medicaciones, control de factores de riesgo…

Si estás interesado en este tipo de estrategia y consideras que podrías adaptarte para obtener beneficios, estaremos encantados de ayudarte y guiarte.

Dr Almagro