¿QUÉ CONSEGUIMOS CON EL PLASMA RICO EN PLAQUETAS?

Este tratamiento es recomendable a partir de los 30 años. Es decir, en cuanto la piel del paciente empieza a perder parte de su potencial reparador. O bien cuando los signos de envejecimiento han empezado a aparecer, bien vinculados al fotoenvejecimiento, al estrés o al tabaquismo.

Principalmente, el daño solar produce un grave daño en la piel, acelera su oxidación y el aumento de radicales libres. El capital solar de la piel de cada individuo está formado por los medios de defensa de ésta para luchar contra las agresiones solares. Se mide como el número de horas que un individuo puede exponer su piel al sol durante toda la vida. Una vez que estas horas se han consumido empiezan a aparecer los problemas cutáneos y los signos visibles del fotoenvejecimiento.

Los radicales libres intoxican el metabolismo celular y la fisiología normal de la piel se ralentiza. La piel lucha contra los radicales libres produciendo los antioxidantes naturales que capturan los radicales y los neutralizan, evitando su efecto dañino. Pero cuando la agresión solar cutánea es intensa y repetida y el capital solar se ha consumido, la piel comienza a guardar memoria de los daños solares porque ya no es capaz de neutralizarlos.

Los fibroblastos bajan la cantidad de síntesis de fibras elásticas y colágenas y la sustancia predominante en la sustancia fundamental amorfa que es el ácido hialurónico, principal elemento que retiene el agua en la piel y que confiere a la piel grosor, textura y lozanía.

Esta espiral descendente se puede neutralizar, podemos devolver a la piel la capacidad de regeneración de los 20 años, y lo podemos hacer estimulando a los fibroblastos dérmicos que son auténticas fábricas de juventud.