Envejecimiento cerebral

Los trastornos cognitivos suponen una de las patologías crónicas más frecuentes en la población geriátrica. Según los estudios epidemiológicos, el 10% de los individuos mayores de 65 años presenta una disfunción cognitiva clínicamente significativa, y este porcentaje aumenta exponencialmente con la edad.

El problema del deterioro cognitivo no es únicamente sanitario, sino que también comporta aspectos socioeconómicos, por los altos costes que genera su asistencia y por la repercusión en las personas que lo padecen y su entorno familiar y social.

Macroscópicamente el cerebro presenta una progresiva reducción de tamaño y de peso, con disminución del volumen de la sustancia blanca y dilatación del sistema ventricular. Se calcula que a los 90 años el volumen cerebral se reduce aproximadamente en una quinta parte.

La reducción del número de neuronas es moderada, es selectiva afectando más a ciertos grupos neuronales y no se acompaña de una disminución de la densidad de células por área de superficie debido a la reducción simultánea de la sustancia intercelular.

Las estructuras más afectadas por el envejecimiento son la sustancia negra, las células de Purkinje, las motoneuronas del asta anterior medular, el locus ceruleus y la corteza cerebral.

Esta pérdida neuronal se acompaña también de una disminución del número de dendritas y de espinas dendríticas, con la consiguiente reducción de sinapsis. En el cerebro de ancianos cognitivamente normales se encuentran una serie de lesiones como el acúmulo de pigmentos lípidicos, la degeneración neurofibrilar, las placas nuríticas y el depósito de sustancia amiloide.

Estas mismas lesiones, aunque en densidad y distribución diferentes, se hallan también en la enfermedad de Alzheimer, la más frecuente de las demencias degenerativas.

Por otro lado, en muchos cerebros seniles existen alteraciones en la sustancia blanca que pueden estar relacionadas con la aterosclerosis y arterioloesclerosis o hialinosis arteriolar. Estos hechos han llevado a postular por ciertos autores la existencia de un proceso continuo entre envejecimiento cerebral fisiológico y demencia desde el punto de vista neuropatológico.

En lógica relación desde el punto de vista neuroanatómico, neuroquímico y neurofisiológico, parece que lo que se conserva en el envejecimiento normal son las capacidades lingüísticas, debido a las conexiones córtico-corticales que supone el lenguaje. En cambio las funciones visuoespaciales y visuoperceptivas, así como la memoria y velocidad (psicomotora y de procesamiento de información) disminuyen progresivamente con la edad. También las funciones prefrontales (planificación, alternancia y secuencias, inhibición y regulación de la respuesta, fluidez verbal fonética y semántica, flexibilidad cognitiva, etc.) decrecen notablemente.

Es importante además realizar una correcta evaluación clínica a fin de diferenciar el envejecimiento normal del patológico, dentro del patológico poder diferenciar los síndromes que parecen demencia pero no lo son, y dentro de las demencias, aproximar el perfil a uno de los subtipos de demencia reconocidos.