Esteatohepatitis no alcohólica y obesidad

La enfermedad hepática por depósito de grasa no alcohólica es la patología hepática más prevalente, siendo tras el alcohol y las infecciones víricas, la causa más frecuente de cirrosis. Esta entidad se caracteriza por el depósito de grasa en el parénquima hepático, que aborda un gran espectro de patologías hepáticas que podríamos resumir según la Asociación Estadounidense de Gastroenterología (AGA) en:

1.-Esteatosis simple sin datos de inflamación, conocida como hígado graso.

2.-Depósito de grasa acompañada de inflamación, conocido como esteatohepatitis no alcohólica (EHNA)

3.-Fibrosis hepática

Si atendemos al término anatomopatológico esteatohepatitis, éste hace referencia a la presencia de un infiltrado inflamatorio de linfocitos y neutrófilos, que pueden situarse a nivel lobulillar o portal.

La obesidad es, sin duda, el principal factor asociado a este depósito de grasa a nivel hepático, siendo seis veces más frecuente la EHNA en pacientes obesos que en pacientes no obesos. Teniendo en cuenta la relación con la obesidad, podríamos establecer las siguientes distribuciones de porcentajes:

1.-Esteatosis simple (ES) en obesos (70%) o en no obesos (35%).

2.-La esteatohepatitis está presente en un 30% de obesos o en un 3% de los no obesos.

3.-La fibrosis está presente en un 2% de los pacientes obesos y en menos del 0,25% de los no obesos.

Otro factor de riesgo que debemos tener en cuenta en los pacientes con hígado graso es la diabetes mellitus, pudiendo estimarse que un 75% de los pacientes obesos presentan algún nivel de depósito graso en su tejido hepático. Posiblemente el nexo de unión entre esta relación de la diabetes mellitus con el hígado graso y la obesidad con el hígado graso sea la resistencia a la insulina.

Como hemos podido comprobar, la esteatosis hepático no alcohólica es una patología caracterizada por el depósito de grasa a nivel de parénquima hepático. De manera somera, podríamos valorar que un hígado está afectado por ese depósito de grasa cuando existe un aumento del peso superior al 5% de ese órgano, siempre y cuando descartemos otra patología hepática (vírica o metabólica), así como un consumo de alcohol superior a 20g al día.

Teniendo en cuenta que esta patología en sus estadios iniciales no produce síntomas o signos llamativos, el diagnóstico suele ser casual y por exclusión mediante una analítica que revele una clara elevación de las transaminasas tras descartar otras patologías o toma de alcohol, o mediante una ecografía que muestra la hiperecogenia del parénquima. No obstante, el diagnóstico de certeza se obtiene a través de una biopsia hepática, que nos ayudará incluso a determinar los diferentes grados de esta patología.