Todos los cambios clínicos e historiológicos que se producen en la piel con el paso de los años, comportan como consecuencia la aparición de cambios en el aspecto externo de los mismos, observándose la existencia de:

-Arrugas, con pérdida de firmeza y elasticidad que provocan cambios en las propiedades mecánicas.

– Sequedad cutánea por la alteración en el balance y/o distribución de los lípidos de la piel

– Encanecimiento del cabello, que además se hace más fino y débil

– Hiperpigmentación como consecuencia de la exposición solar.

Por lo tanto, para cubrir estas necesidades deberán utilizarse preparados cosméticos adecuados que aporten:

• Hidratación y emolencia. Es importante un adecuado reemplazamiento de lípidos y grado de oclusión para tratar la sequedad cutánea y el mantener la función berrera.
• Medidas de protección contra la radiación UVA, UVB, IR, radicales libres o agentes oxidantes.
• Tratamiento regenerativo con principios activos que estimulen los fibroblastos para sintetizar colágeno y elastina, ganando firmeza y elasticidad.
• Una correcta higiene con limpiadores cosméticos suaves.

Sin embargo, muchas veces el tratamiento cosmético resulta insuficiente. Existen problemas de la piel, estéticos y patológicos, que son de difícil solución. Por ello, se recurre a tratamientos que pueden ser químicos, farmacológicos y/o quirúrgicos, que aunque están fuera del alcance de la cosmética, sí se utilizan para mejorar y resolver esos problemas.