06 Jan DIETAS DE MUY BAJO CONTENIDO EN CALORÍAS COMO SUSTITUCIÓN DE UNA COMIDA EN EL CONTEXTO DE UNA DIETA HIPOCALÓRICA PARA EL TRATAMIENTO DE LA OBESIDAD
Las dietas de sustitución como modelo de dieta con muy bajo contenido en calorías (DMBC) suponen una alternativa eficaz en el tratamiento integral de la obesidad. Consisten en un esquema dietético que combina comidas hipocalóricas preparadas convencionalmente con otras sustituidas por una fórmula comercial hipocalórica. Los últimos estudios muestran su superioridad respecto a las dietas hipocalóricas convencionales en el mantenimiento de la pérdida de peso a largo plazo, con una tolerancia adecuada y escasos efectos adversos.
Introducción
La obesidad supone un serio problema de salud, que además va en aumento, afectando cada vez a población más joven. El tratamiento de la obesidad es complejo, así como frustrante, debido a que con mucha frecuencia se fracasa, incluso después de lograr una reducción de peso inicial. A pesar de la implicación global en la terapia contra la obesidad, la pérdida de peso lograda a largo plazo es modesta en la mayoría de los casos, incluso en aquellos que al principio logran una adherencia adecuada a las medidas terapéuticas.
El abordaje para lograr el objetivo planificado debe ser integral, modificando la alimentación, la actividad física y con soporte psicológico y farmacológico cuando sea necesario. Para perder peso es necesario seguir una “dieta” en el sentido más completo de la palabra, es decir, “un régimen de vida”, que engloba no sólo aspectos de la alimentación, sino también ejercicio, ocio y estilo de vida. Además la obesidad debe ser considerada una enfermedad crónica y, por tanto, su tratamiento también lo es, por lo que debemos transmitir al paciente la necesidad de interiorizar los cambios dietéticos como parte de un nuevo comportamiento saludable respecto a su alimentación. Esto probablemente mejoraría el complimiento de las normas y recomendaciones dietéticas a largo plazo, y con ello se reduciría la frustación al observar cómo la reintroducción de los hábitos alimenticios erróneos conduce de nuevo a una ganancia ponderal.
No obstante, en casos concretos los pacientes deben ser sometidos a dietas más restrictivas controladas que permitan una pérdida inicial de peso mayor, y a partir de estos establecer un programa dietético convencional. Actualmente el pilar terapéutico en el tratamiento de la obesidad son las dietas bajas en calorías, dentro de las que existen distintas modalidades.
Dietas de muy bajo contenido calórico
En este grupo están incluidas dietas de muy bajo contenido en calorías, cuyo aporte energético es inferior a 800 kcal/ día. Este tipo de dietas ha sido utilizado en forma indiscriminada y sin ningún tipo de supervisión médica durante muchos años; como consecuencia, fueron abandonadas al detectarse importantes problemas de salud en la población afectada. Las versiones actuales se consideran seguras y eficaces, siempre que se empleen en el contexto de un programa integral para la pérdida de peso y bajo supervisión médica.
Las dietas de muy bajo contenido calórico se diseñaron con el propósito de lograr una pérdida mayor y más rápida de peso que con las dietas convencionales, pero sin los inconvenientes del ayuno total. Su objetivo es lograr un aporte calórico mínimo, manteniendo cantidades correctas de proteínas de alto valor biológico, vitaminas y oligoelementos. Además deben aportar hidratos de carbono y el mínimo necesario de ácidos grasos esenciales. Con ello se consigue que la pérdida no sólo sea más rápida e importante, sino que sea a expensas del tejido graso.
Existen distintas formas de DMBC:
– Preparados comerciales: contienen los nutrientes en cantidades fijas y no se necesitan suplementos, pero provocan escasa adherencia por su sabor monótono.
– Dietas con alimentos naturales: económicas, pero al ser preparadas de forma artesanal el aporte nutricional es variable, y requieren suplementación en minerales y vitaminas.
– Dietas combinadas: se complementa la dieta oral con preparados comerciales.
Esta última modalidad es la que nos ocupa en este artículo. El plan terapéutico que se propone al paciente para perder peso se basa en una dieta de contenido calórico total en torno a 800-1200 Kcal diarias. Para ello se incluye al menos una comida convencional y una comida se reemplaza por un producto comercial bajo en calorías y suplementado en minerales y vitaminas. Es habitual que estas dietas combinadas contengan un alto volumen de agua y de fibra para lograr un efecto saciante y evitar uno de los efectos secundarios más frecuentes y molestos, el estreñimiento.
Indicaciones de las dietas de sustitución
Existen situaciones concretas en las que está indicada la utilización de las dietas de sustitución en el contexto de un programa de adelgazamiento:
1.- Obesidad mórbida.
2.- Obesidad grado I y II (IMC:30-40).
3.- Sobrepeso.
4.- Ante la necesidad de una pérdida de peso rápida, como cirugía ortopédica o insuficiencia respiratoria.
En cualquier caso, hay que tener presente que existen situaciones que contraindican de manera formal el seguimiento de una dieta de estas características, por ejemplo, el embarazo, enfermedad cardíaca inestable, situación de hipercatabolismo activa o patología psiquiátrica.
Los efectos secundarios de una dieta de muy bajo contenido en calorías que se observan con más frecuencia son anodinos. Sin embargo, su indicación indebida durante la década de los setenta provocó graves consecuencias, incluyendo numerosas muertes por trastornos de la conducción cardíaca. De ahí la importancia de recurrir siempre a las fórmulas actuales, que han solventado los déficit proteicos y electrolíticos que provocaban las primeras composiciones, y de someterse a una estrecha vigilancia médica.
Los pacientes suelen referir astenia, alteración del hábito intestinal, sensación de inestabilidad, apatía, ansiedad, pérdida de la libido, frío e incluso alteraciones en el ciclo menstrual.
Desde el punto de vita del médico responsable es importante controlar los niveles de electrolitos durante el periodo de la dieta así como al reintroducir progresivamente una alimentación convencional, para prevenir trastornos del ritmo cardíaco. Otra complicación relativamente frecuente es la hiperuricemia, sobre todo en aquellos pacientes con antecedentes de gota que pueden presentar crisis durante la dieta, y la formación de cálculos biliares.
Plan terapéutico
Antes de iniciar una dieta hipocalórica de sustitución hay que seguir una serie de pasos, con el objeto de optimizar el esfuerzo del paciente y el del equipo médico implicado.
– Selección adecuada del paciente:
– Evaluación general:
Historia clínica general.
Valoración clínica de su obesidad: hábitos dietéticos, implicación, entorno.
Hemograma, bioquímica, valoración hormonal.
Test de gestación.
Electrocardiograma.
– Iniciar una dieta de introducción de 1200-1500 kcal/día durante 1-4 semanas.
– Peso, tensión arterial y función cardíaca cada dos semanas.
– Control analítico cada 10-15 días.
– Dieta de mantenimiento, ejercicio y cambio en los hábitos.
– Control analítico a las dos semanas de normalizar la dieta.
Conclusiones
La sustitución parcial de comidas por una dieta fórmula específica para pacientes obesos se puede considerar igual e incluso superior que las dietas convencionales con muy bajo contenido en calorías en la pérdida de peso a corto plazo, y ha demostrado su superioridad en el mantenimiento de la pérdida a largo plazo en la población general y en la subpoblación de pacientes diabéticos tipo 2. Además su uso en combinación con tratamiento farmacológico mejora la eficacia de éste en ambos grupos de pacientes.