22 Jan Sobre la epilepsia
Afección crónica de etiología diversa, caracterizada por crisis recurrentes debidas a una descarga excesiva de las neuronas cerebrales, con diversas manifestaciones clínica y paraclínicas. La anamnesis, la exploración neurológica y el EEG, son fundamentales para diagnosticar y valorar la epilepsia. Un método para provocar la crisis y valorarla es la privación del sueño.
El estudio del sueño nocturno es esencial en el diagnóstico de algunas epilepsias benignas infantiles. Algunas veces las crisis se presentan con unas manifestaciones clínicas parciales que las preceden y se denominan aura, algunas veces las más complicadas evolucionan a crisis tónicoclónicas generalizadas.
Otra forma de presentación de la epilepsia son las llamadas crisis de ausencia. Se define como la atenuación o suspensión muy breve de la conciencia, usualmente de 2 a 15 segundos, que acompañan a ciertas cargas epilépticas generalizadas, muchas veces acompañadas de manifestaciones vegetativas como enuresis o salivación.
Otras formas de presentación son las crisis mioclónicas , como una sacudida muscular brusca y breve, que se suele presentar al despertarse o en el adormecimiento, y a veces de forma aislada.
La forma de presentación más típica de la epilepsia son las crisis clónicas, tónicas o tonicoclónicas caracterizadas por pérdida de conciencia y contracciones musculares clónicas bilaterales. Aparecen convulsiones generalizadas bilaterales y simétricas. Otra forma de presentación son las crisis atónicas, cuyo síntoma es la disminución o abolición del tono postural.
Respecto a la etiología, puede ser múltiple, podemos agrupar factores genéticos, perinatales, infecciosos, tóxicos, traumáticos o por causas vasculares o enfermedades degenerativas. A veces la etiología es evidente, como cuando acompaña a una parálisis cerebral infantil y otras no está claro aunque debe apoyarse en la anamnesis y la exploración. Respecto al tratamiento solo un porcentaje de casos muy concretos se aplica un tratamiento etiológico. En la mayoría se hace un tratamiento sintomático ajustado a las peculiaridades individuales, aunque se debe prolongar como mínimo 3 años y retirarse a lo largo de 1 año de forma progresiva.
Hay que aclarar que una crisis aislada no permite el diagnóstico de epilepsia pero podrá ser tratada con fármacos antiepilépticos si reúne todas las características de una crisis epiléptica.
Es imprescindible por parte del enfermo una gran regularidad en la toma de medicación y en la duración y horario del sueño. También evitarse factores desencadenantes conocidos y suprimirse el alcohol.